Newton desarrolló obsesión por las pelotas de todo tipo. Todo empezó por el entusiasmo típico de un cachorro ante el juego de perseguir la pelotita, pero llegó a no poder controlar el juego y su obsesión por alcanzar cualquier pelota desoyendo la voz del dueño, hizo que no le pudiera soltar en parques normales donde nunca faltan niños y mayores que estén jugando con una pelota.